Un equipo de obras públicas halló un caimán de 1,5 metros escondido en una tubería durante una inspección de rutina.
Los trabajadores, que operaban un robot con cámara, pensaron que era un sapo hasta ver “dos ojos brillantes”, según relataron.
El reptil abrió sus fauces y retrocedió por el túnel antes de desaparecer. La ciudad agradeció “que fuera un robot y no una persona”.


