Un jugador (su nombre se mantiene en reserva, por razones de seguridad) relata cómo fue reclutado para participar en amaños. Detalla que le ofrecieron USD 5.000 por dejar que su equipo recibiera un gol, más otros USD 5.000 por cometer un penal. En total, el ‘premio’ podía llegar hasta USD 20.000 por partido.

Representantes brasileños, en complicidad con dirigentes locales, ofrecieron contratos, auspicios y jugadores extranjeros como fachada para infiltrar al equipo.

Cuando los «trabajos» no se cumplían, el método cambiaba: banderas en la tribuna como señal para dejarse hacer goles, visitas a camerinos y, finalmente, hombres armados con fusiles en su casa para obligar a los futbolistas a rendirse ante la mafia de las apuestas.

A continuación, el duro relato del futbolista ecuatoriano que actualmente se encuentra fuera de Ecuador, por amenazas vinculadas con las apuestas.

«Los que se dedican a las apuestas y a los amaños de partidos en Ecuador son unos brasileños.

Un día nos llamaron a dos jugadores. Hablamos con los hijos del presidente del club. Nos dijeron que el equipo estaba en quiebra, que no tenían dinero, que estaban jodidos. Preguntamos «¿para qué era esta reunión?» y nos respondieron: «Tenemos dos personas que quieren invertir».
El fútbol ecuatoriano vive una de sus páginas más oscuras. Detrás de varios partidos se esconde una presunta red de apuestas ilegales que opera con dinero ilícito, violencia y vínculos directos con el crimen organizado. 
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