En 2007, Nicolas Cage adquirió en una subasta un cráneo de Tyrannosaurus bataar por 276 mil dólares, superando la oferta de Leonardo DiCaprio. El fósil, proveniente del desierto del Gobi en Mongolia, formó parte de su colección privada durante años. En 2013, las autoridades estadounidenses informaron que el cráneo había sido exportado ilegalmente. Cage, al enterarse, colaboró con las autoridades y devolvió voluntariamente la pieza, que fue repatriada a Mongolia. Este incidente evidenció las complejidades del mercado de fósiles y la importancia de verificar la procedencia de objetos históricos.