Desde la antigüedad, los magos se han visto obligados a ocultar tanto sus poderes como a las criaturas mágicas de los muggles. Esto se debió al Estatuto Internacional del Secreto, firmado en 1689 y aplicado en 1692. La ley fue creada porque los muggles habían comenzado a cazar magos, y para proteger a su comunidad, el mundo mágico se vio obligado a esconderse.
Además de impedir que los magos revelaran su magia, el estatuto trajo un desafío aún mayor: ocultar a las criaturas mágicas. Hasta entonces, muchos muggles conocían leyendas sobre dragones o fénix, pero las creían simples mitos. A partir de ese momento, cualquier avistamiento de esas criaturas se convirtió en un riesgo grave.
Se decidió que veintisiete especies requerían intervención directa de los magos para permanecer ocultas. Por supuesto, existen muchas más criaturas, como muestra el libro Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, que lista ochenta y una especies. Pero muchas de ellas son capaces de esconderse por sí mismas. Algunas se camuflan, como los bowtruckles, que parecen ramas de árboles, o el demiguise, que puede volverse invisible. Otras viven en lugares inaccesibles, como las acromántulas, arañas gigantes que habitan en bosques densos. Seres inteligentes como los unicornios y los centauros evitan naturalmente el contacto humano.
El mayor problema surgió con las criaturas grandes y peligrosas, que podían ser fácilmente vistas por los muggles. Por eso, el Departamento de Regulación de Criaturas Mágicas se encargó de lanzar hechizos protectores en los hábitats, como lagos habitados por sirenas, haciendo que áreas enteras fueran impenetrables. En casos extremos, incluso los mapas eran alterados. Los dragones, por ejemplo, requerían vigilancia constante en las reservas donde trabajaba Charlie Weasley.
Además, la venta de varias especies fue prohibida, y crear nuevas criaturas mediante magia se volvió ilegal. Aun así, algunos animales podían domesticarse, como los kneazles, gatos muy inteligentes, o los hipogrifos, usados como medio de transporte. Sin embargo, incluso ellos necesitaban encantamientos de ilusión para no ser vistos por los muggles.
Y si, por casualidad, un muggle llegaba a presenciar la existencia de una criatura mágica, el Ministerio de Magia actuaba rápidamente con encantamientos de memoria. En casos de grandes brechas, incluso el Primer Ministro muggle era involucrado, difundiendo noticias falsas para encubrir la verdad. Todo esto se basaba en el trabajo de los magizoólogos, que se dedicaban a estudiar cada especie y sus necesidades.
