Según el estudio, existe una probabilidad del 15% de que un terremoto de magnitud igual o superior a 8.0 se produzca en esta zona en un futuro cercano. Un evento de esa magnitud, combinado con el ascenso del mar, podría detonar un megatsunami con consecuencias devastadoras para millones de personas en California, Oregón y Washington.
Hawái tampoco está exento de riesgos. Geólogos han encontrado rastros de una ola de 300 metros que golpeó la isla de Lanai hace unos 105 000 años. Este hallazgo refuerza la vulnerabilidad de la región, no solo por su actividad volcánica, sino por su ubicación estratégica en el Pacífico.
Los científicos advierten que el calentamiento global y la pérdida de masas de hielo no solo elevan el nivel del mar, sino que también aumentan la capacidad destructiva de tsunamis. En consecuencia, hacen un llamado urgente a reforzar los sistemas de alerta temprana y replantear la planificación urbana en las zonas costeras.
La comunidad científica insiste en que la vigilancia constante, la inversión en infraestructura resiliente y una ciudadanía informada son las claves para mitigar los impactos de un eventual megatsunami que, de concretarse, marcaría uno de los peores desastres naturales del siglo.
Un reciente informe publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha encendido las alarmas entre expertos en desastres naturales: un megatsunami con olas de hasta 300 metros podría impactar la costa oeste de Estados Unidos y el archipiélago de Hawái en las próximas décadas.
La advertencia surge del análisis conjunto de factores como el aumento del nivel del mar, el derretimiento acelerado de glaciares y la elevada actividad sísmica en la región de subducción de Cascadia, una falla tectónica que se extiende desde la isla de Vancouver (Canadá) hasta el norte de California (EE.UU.).
Fuente: el telégrafo